sábado, 26 de abril de 2014

Héroes

El cuento "el cielo entre los durmientes" de Humberto Constantino, relata una historia de dos pequeños  "héroes" de tan sólo aproximadamente 12 años de edad, los cuales salen a dar una vuelta en la hora de la siesa como solían dar paseos nuestros padres y abuelos por las vías del tren cerca de un arrollo. 
"Caminamos. Las cuadras del barrio quedan atrás. Los paraísos se cambian en plátanos y después otra vez en paraísos. Flechillas, lenguas de vaca, huevitos de gallo."
Lo que este autor relata es como el con un amigo, valientes, se adentran en una aventura que jamás habian hecho. Agarrarse de los durmientes por donde pasaba el tren a ver quien resistía más y como todo niño, para liberar la curiosidad de que se iba a sentir mientras ellos estaban allí mientras el tren pasaba. 
Pero los atormentaba la idea de quedarse tanto tiempo hasta que el tren finalmente parara de pasar, ya con el simple hecho de mirar como el tren pasaba mientras estaban debajo de el les causaba escalofríos y miedo por dentro, miedo que hacía que vibren por dentro de sus Cuerpitos también. 
"Terremoto de hierro, vapor y chispas. El ruido infernal. El puente que se hunde con el peso del tren. Un miedo espantoso. Pero estamos colgados todavía."
Finalmente, saltan por segunda vez y se quedan hasta que el tren pasa, pero mientras estaban colgados no podían dejar de pensar hasta cuando iban a dejar de "sufrír" como lo estaban haciendo. El, estaba quieti, luchando con quedarse amarrado a esos durmientes, viendo que su amigo también lo estaba, contra su fuerza de voluntad esperando que todo termine de una buena vez "El tren no termina nunca de pasar. Las ruedas a medio metro de las manos. Una montaña encima de mi cabeza. El calor, el ruido, Todavía no sé si voy a quedarme hasta que pase todo. Y grito para darme coraje y también porque es necesario gritar. Lo veo a Ernesto congestionado, enloquecido, con las venas del pescuezo hinchadas por los gritos y por el esfuerzo."
Hasta que finalmente el tren termina de pasar y ambos sienten un tremendo alivio 
"Algo dulce que nos acaricia los brazos. El tren que se aleja y el cielo azul a pedazos entre los durmientes.

El silencio que crece de la tierra. El silbido lejano de la locomotora.

Seguimos colgados y nos miramos sonriendo.

La tarde canta en la voz de las cigarras.

¿Te acordás Ernesto, cómo cantaba?"

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