Fortines
Hacia 1800 los indios atacaban las estancias y poblaciones (forma de ataque: "malón") y se iban instalando una la inmensa llanura de lo que hoy en día es Buenos Aires.
Estos actos fueron los que dieron origen a una línea de frontera con el indio, tomando como referencia el río Salado, instalándose fuertes y fortines que les permitían protegerse.
La vida en la frontera con el "desierto" (así se llamaba en esos tiempos a las tierras habitadas por los indios) era muy dura, y llena de penalidades.
Eran establecimientos donde se vendían productos alimenticios no perecederos como especies, sal, arroz, azúcar, manteca, aceite; perecederos como aceitunas, charqui, queso, mantequilla; así como objetos de uso cotidiano tales como jabón, hilo, agujas, alfileres, escobas, ollas, loza, canastas; y bebidas alcohólicas como vino, aguardiente, guarapo.
Estaban ubicadas en las esquinas de las calles, con dos puertas de acceso (una para cada calle).
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